Domingo 12 de julio del 2020


Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 13, 1-9

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas: Les decía: «Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotaron en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se marchitaron y por falta de raíz se secaron. Otras cayeron entre espinos, que crecieron y las ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio fruto: unas, ciento; otras, sesenta; otras, treinta. El que tenga oídos que oiga».

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Dios no nos llamó a ser los mejores, pero sí a dar todos los frutos posibles

Si bien ahora estamos casi privados de la Eucaristía que es el banquete celestial, aún tenemos el otro banquete que es la Palabra de Dios. En el evangelio de hoy, Jesús nos habla de un sembrador, de la semilla y de la tierra que la recibe. Él mismo explica que la semilla es el conocimiento de los misterios del Reino que encontramos en la Palabra y la tierra es nuestro corazón ¿Qué tipo de terreno somos?
La primera vez, la semilla cayó al borde del camino, es decir, representa a quienes nos gusta escuchar la Palabra pero no hacemos nada para cuidarla, conservarla, hacerla crecer; esto es, no leemos, no oramos, no profundizamos… y se nos olvida.
La segunda vez, la semilla cayó en terreno pedregoso, esto es, no echa raíces; para ello, hay que vivir la fe, hay que comprobarla por nuestra propia experiencia, tener un encuentro personal con Jesús que es la Palabra hecha hombre y así, volvernos testigos de la verdad y cambiar nuestra vida, pero si no es así, la semilla morirá.
El tercer terreno es de espinas, esto es, seducido por otras riquezas y no deja crecer la fe, porque nuestro corazón, tiene otro tesoro, nuestra vida no escogió la roca para que ahí sea construida, aquí Jesús ha sido desplazado y no ocupa el primer lugar ¿Qué está ocupando el lugar de Dios?
Por último la semilla cayó en tierra buena, esto representa al corazón que la escucha, la cuida, la pone en práctica, hace de ella su tesoro y como resultado da muchos frutos en su vida, frutos de paz, alegría, esperanza, caridad… Nuestro corazón es la buena tierra, por ello quitemos todo lo que no impide dar frutos Dios, porque Dios nos ha dado todo para ser fructíferos.
Que nuestra madre la Virgen María, nos acompañe a dar muchos frutos poniendo la Palabra en el centro de nuestras vidas.

Ofrezcamos nuestro día:

Dios Padre nuestro, yo te ofrezco toda mi jornada, mis oraciones, pensamientos, afectos, deseos, palabras, obras, alegrías y sufrimientos, en unión con el Corazón de tu Hijo Jesucristo que sigue ofreciéndose a Ti en la Eucaristía para la salvación del mundo.
Que el Espíritu Santo que guio a Jesús, sea mi guía y mi fuerza este día, para ser testigo de tu amor. Con María, la Madre del Señor y de la Iglesia, te pido por las intenciones del Papa y para que se haga en mí tu voluntad.
Cuenta con mis oraciones, que yo cuento con las tuyas.

Dios te bendiga.
Hno. David Pacheco Neyra, OFM Cap

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