lunes, 9 de marzo de 2020

Un encuentro entre dos buscadores: Jesús y Zaqueo (parte 3) (Lc 19, 1-10)


“Trataba de ver quien era Jesús, pero no podía a causa de la gente porque era pequeño de estatura. Se adelantó corriendo…

Impedimentos para el encuentro


Imaginémonos el aspecto de Zaqueo, un hombre de mucho dinero, muy bien vestido, muy conocido por ser un personaje importante: jefe de los cobradores de impuestos y además, bajo de estatura. Esto para algunas personas puede crear un complejo de inferioridad y limitaciones para desenvolverse entre la gente, en el caso de Zaqueo, su baja estatura no le permitía ver a Jesús en medio de la multitud. pero existen impedimentos mayores que no permiten acercarnos a Dios y nos lo dice el catecismo: “la ignorancia o la indiferencia religiosas, los afanes del mundo y de las riquezas (cf. Mt 13,22), el mal ejemplo de los creyentes, las corrientes del pensamiento hostiles a la religión, y finalmente esa actitud del hombre pecador que, por miedo, se oculta de Dios (cf. Gn 3,8-10) y huye ante su llamada” (CIC 29). Nosotros por nuestra parte ¿súmanos o restamos’ ¿atraemos o alejamos? Zaqueo tuvo que ver como Jesús cambiaba corazones y pensó que podía cambiar el suyo.


La razón para el encuentro


Cuanto más difícil la meta, más grande ha de ser el deseo para conseguirla, y la meta del hombre es conocer a Dios: “El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar” (CIC 27). Zaqueo representa al hombre que tiene sed de Dios y que lo ha de buscar, y en esta búsqueda tiene un móvil que es el anhelo de ser feliz, el hombre está hecho para ser feliz y esto comienza aquí y culmina plenamente en el cielo. Zaqueo va a poder vencer cualquier obstáculo por la motivación que va de fondo, conocer a Cristo, porque en esto consiste la vida eterna “que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” Jn 17, 3. Zaqueo con todas sus riquezas y autoridad pública no podía ser feliz, pero sabía en quien podía colmar ese anhelo de felicidad que llevaba muy dentro de sí. Por ello dirá el catecismo: “Pero esta búsqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad y el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios” (CIC 30)

Muchos curiosos y pocos seguidores para el encuentro

Es interesante que muchos se acercaron a Jesús, pero solo Zaqueo va a ser el escogido para que Jesús vaya a cenar con él, y es que Jesús ve el corazón y no las apariencias, muchos estaban buscando a Jesús de curiosos, quizás para solo decir que lo han visto o por seguir a la multitud, también nosotros debemos preguntarnos ¿con qué intenciones nos acercamos a Jesús? Solo para verlo de lejos, para pedirle y luego nos olvidamos, para satisfacer nuestra curiosidad, para criticarlo… o quizás como Zaqueo lo buscamos con todo su corazón y estamos dispuestos a pasar el ridículo, subiendo a un sicomoro con tal de conocer a Jesús que vino a traer vida y vida en abundancia.



Reflexión


Hacia un encuentro


Un encuentro entre dos buscadores en donde:

La motivación es más fuerte que los obstáculos.
El Otro salió primero a buscarnos.
Los defectos y limitaciones se vuelven motivos para seguir.
Las ansias de conocerlo trasciende nuestros defectos.
Se comienzan a encontrar aquí para culminar allá.

Y cuando Lo encuentro:

Me encuentro a mí mismo.
Encuentro a los otros.
Encuentro dentro de mí a quien por fuera buscaba.
Entonces, todos los encuentros anteriores llegan a tener sentido...
Entonces, no  dejo de buscarlo.

Y sin embargo:

Hay muchos curiosos, pero pocos buscadores.
Ponte en búsqueda...


Hno. David Pacheco Neyra, OFM Cap


Un encuentro entre dos buscadores Jesús y Zaqueo (parte 2) (Lc 19, 1-10)



“Trataba de ver quien era Jesús, pero no podía a causa de la gente porque era pequeño de estatura” (v.3)
 

Un anhelo innato que inquieta

Un anhelo innato que tiene el hombre es el de ser feliz, esto es, encontrar el mayor bien para él. Es un anhelo que no se necesita comprobar, pero sí se necesita reconocer. Este anhelo lo encontramos desde nuestros primeros padres, cuando el demonio que conocía bien al hombre les dice: Serán abiertos sus ojos y serán como dioses”. Ante esta tentación que responde a sus anhelos más profundos, el hombre cae. Pero este anhelo tiene una respuesta que la encontramos en el origen del hombre “creado a imagen y semejanza de Dios”. Si viene de Dios, tiende a ser como Dios. Zaqueo va a reflejar este anhelo de todo hombre que busca.


Deseo de querer llenar ese anhelo

En su búsqueda de felicidad y realización, lo primero que viene a la mente es tener bienestar y prosperidad, para ello muchos bienes materiales; pero el alma del hombre no se llena con cosas. Eso es lo que experimentó Zaqueo y, en lo profundo, sabía que su respuesta estaba en encontrar a Jesús, pero era bajo de estatura y la gente se lo impedía. Muchos en el fondo buscan a Jesús, pero “el qué dirán” se lo impide. Muchas veces por el deseo de aparentar tenerlo todo, mantenerlo todo bajo control o quizás por la mala información de quienes no conocen a Jesús, deciden no acercarse y no hacen su propia experiencia. Entonces, prefieren esconderse en el agnosticismo, creer que no es posible conocer a Dios. A Zaqueo a pesar de ser una persona importante, más le importaba encontrar a Jesús que iba a colmar el anhelo que buscaba en la vida.

Un anhelo que persiste ante los obstáculos

Para encontrar un tesoro, nunca el camino va a estar libre, así, el primer obstáculo de Zaqueo para ver a Jesús era su baja estatura, pero no solo eso, sino también, el rechazo de la gente por considerarlo un traidor; además, él mismo podría decir para sus adentros: soy un pecador, abusivo, ladrón, engañador, embustero, aprovechador… y hasta físicamente limitado… Así también nosotros vemos los obstáculos que nos impiden acercarnos a Jesús. Pero a pesar de ello, Zaqueo persistió en ver a Jesús. Y este fue el comienzo que le hizo conocer la vida de otra manera. Y es que si Dios ha puesto un anhelo profundo en nuestro corazón, solo él lo puede llenar.


Reflexión

Venimos con un anhelo en nosotros y …


Buscamos colmarlo fuera de nosotros.
Tratamos de llenarlo con lo que no se puede llenar.
Deseamos ignorarlo, aunque no se puede por mucho tiempo.
Lo cambiamos por otros pequeños anhelos que juntos no lo superan.
Creemos que con el tiempo pasará, pero por el contrario, crece.
Huimos de él y nos sigue persiguiendo.
Intentamos conformarnos con los éxitos logrados, pero resultan insuficientes.

Este anhelo...

Entre las multitudes suele callar y en la soledad suele gritar.
Parece inalcanzable, pero puede alcanzarnos.
Nos desengaña al creer encontrarlo.
Nos damos cuenta que nos mueve y solo en Dios desaparece.



Hno. David Pacheco Neyra, OFM Cap

PAZ Y BIEN