Un encuentro entre dos buscadores Jesús y Zaqueo (parte 2) (Lc 19, 1-10)



“Trataba de ver quien era Jesús, pero no podía a causa de la gente porque era pequeño de estatura” (v.3)
 

Un anhelo innato que inquieta

Un anhelo innato que tiene el hombre es el de ser feliz, esto es, encontrar el mayor bien para él. Es un anhelo que no se necesita comprobar, pero sí se necesita reconocer. Este anhelo lo encontramos desde nuestros primeros padres, cuando el demonio que conocía bien al hombre les dice: Serán abiertos sus ojos y serán como dioses”. Ante esta tentación que responde a sus anhelos más profundos, el hombre cae. Pero este anhelo tiene una respuesta que la encontramos en el origen del hombre “creado a imagen y semejanza de Dios”. Si viene de Dios, tiende a ser como Dios. Zaqueo va a reflejar este anhelo de todo hombre que busca.


Deseo de querer llenar ese anhelo

En su búsqueda de felicidad y realización, lo primero que viene a la mente es tener bienestar y prosperidad, para ello muchos bienes materiales; pero el alma del hombre no se llena con cosas. Eso es lo que experimentó Zaqueo y, en lo profundo, sabía que su respuesta estaba en encontrar a Jesús, pero era bajo de estatura y la gente se lo impedía. Muchos en el fondo buscan a Jesús, pero “el qué dirán” se lo impide. Muchas veces por el deseo de aparentar tenerlo todo, mantenerlo todo bajo control o quizás por la mala información de quienes no conocen a Jesús, deciden no acercarse y no hacen su propia experiencia. Entonces, prefieren esconderse en el agnosticismo, creer que no es posible conocer a Dios. A Zaqueo a pesar de ser una persona importante, más le importaba encontrar a Jesús que iba a colmar el anhelo que buscaba en la vida.

Un anhelo que persiste ante los obstáculos

Para encontrar un tesoro, nunca el camino va a estar libre, así, el primer obstáculo de Zaqueo para ver a Jesús era su baja estatura, pero no solo eso, sino también, el rechazo de la gente por considerarlo un traidor; además, él mismo podría decir para sus adentros: soy un pecador, abusivo, ladrón, engañador, embustero, aprovechador… y hasta físicamente limitado… Así también nosotros vemos los obstáculos que nos impiden acercarnos a Jesús. Pero a pesar de ello, Zaqueo persistió en ver a Jesús. Y este fue el comienzo que le hizo conocer la vida de otra manera. Y es que si Dios ha puesto un anhelo profundo en nuestro corazón, solo él lo puede llenar.


Reflexión

Venimos con un anhelo en nosotros y …


Buscamos colmarlo fuera de nosotros.
Tratamos de llenarlo con lo que no se puede llenar.
Deseamos ignorarlo, aunque no se puede por mucho tiempo.
Lo cambiamos por otros pequeños anhelos que juntos no lo superan.
Creemos que con el tiempo pasará, pero por el contrario, crece.
Huimos de él y nos sigue persiguiendo.
Intentamos conformarnos con los éxitos logrados, pero resultan insuficientes.

Este anhelo...

Entre las multitudes suele callar y en la soledad suele gritar.
Parece inalcanzable, pero puede alcanzarnos.
Nos desengaña al creer encontrarlo.
Nos damos cuenta que nos mueve y solo en Dios desaparece.



Hno. David Pacheco Neyra, OFM Cap

PAZ Y BIEN


               

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