Renovemos nuestra consagración en esta presentación del Señor
Hoy celebramos la fiesta de la Presentación del Señor que nos recuerda a Jesús que llega al Templo en los brazos de María y José para ser presentado a Dios, como mandaba la Ley judía, cuarenta días después de su nacimiento. Solo Simeón y Ana, movidos por el Espíritu Santo, reconocen al Mesías en aquel Niño pequeño.
Nuestra madre la Virgen María preparó su corazón, como solo ella podía hacerlo, para presentar a su Hijo a Dios Padre y ofrecerse Ella misma con Él. De la misma forma, San José, como padre adoptivo de Jesús hacía lo propio llevando la ofrenda que les correspondía al presentar a su primogénito. Ambos, María y José en este acto de la Presentación de Jesús en el Templo, renovaban su fiat, su hágase, y ponía una vez más sus propias vidas en las manos de Dios.
San Alfonso Mª de Ligorio, poniendo por intercesora a Santa María, decía: «También yo quisiera en este día, Reina mía, a ejemplo tuyo, ofrecer a Dios mi pobre corazón (...). Ofréceme como cosa tuya al Eterno Padre, en unión con Jesús, y ruégale que, por los méritos de su Hijo, y en gracia tuya, me acepte y tome por suyo». Es decir, que nosotros también podemos ofrecernos a Dios, en las manos de María y José. Además, ofrecer con nosotros los trabajos cotidianos, decisiones, alegrías, tristezas, etc; pues si van de la mano de la Virgen María y de San José, Dios los acogerá con mucho gusto. Por ello, cada día, al final del evangelio y reflexión, rezamos la oración de ofrecimiento de obras.
Esta fiesta tiene el rito que va acompañado con una procesión de cirios encendidos, que representa a Cristo como la luz, la luz que es símbolo de vida (dar a luz) símbolo de la verdad (claridad para ver las cosas como son) y amor (que enciende y quema) Nosotros que recibimos esa luz de Cristo también deberíamos dar vida con nuestros actos, vivir en la verdad y se cristianos apasionados por el fuego del Espíritu Santo. Hoy también celebramos la Jornada de la Vida Consagrada, porque los consagrados se han entregado a Dios, para mostrar la luz de Cristo al mundo, luz que significa misericordia, solidaridad y acompañamiento a los que más sufren, mucho más en esta temporada de pandemia mundial.
Oremos:
Virgen María, ayúdame a renovar mi entrega y también mi consagración al Señor, según mi estado de vida: laical o consagrado, para llevar a todos los lugares la luz de Cristo.
Ofrezcamos nuestro día:
Dios Padre nuestro, yo te ofrezco toda mi jornada, mis oraciones, pensamientos, afectos, deseos, palabras, obras, alegrías y sufrimientos, en unión con el Corazón de tu Hijo Jesucristo que sigue ofreciéndose a Ti en la Eucaristía para la salvación del mundo.
Que el Espíritu Santo que guio a Jesús, sea mi guía y mi fuerza este día, para ser testigo de tu amor. Con María, la Madre del Señor y de la Iglesia, te pido por las intenciones del Papa. Con San José Obrero, te encomiendo mi trabajo y mis actividades de hoy, para que se haga en mí tu voluntad.
Dios los bendiga
Hno. David Pacheco Neyra, OFM Cap
🔎 Más información sobre el origen de la fiesta en este video de nuestro canal youtube:
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