Domingo 28 de marzo

IV Domingo de Cuaresma
Lectura del Santo Evangelio según San Juan 11, 3-7. 17. 20-27. 33-45

«Señor, el que tú amas está enfermo».
Jesús, al oírlo, dijo:
«Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella».
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde estaba.
Solo entonces dijo a sus discípulos:
«Vamos otra vez a Judea».
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo:
«Tu hermano resucitará».
Marta respondió:
«Sé que resucitará en la resurrección en el último día».
Jesús le dijo:
«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».
Ella le contestó:
«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Jesús se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó:
«¿Dónde lo habéis enterrado?».
Le contestaron:
«Señor, ven a verlo».
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:
«¡Cómo lo quería!».
Pero algunos dijeron:
«Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que este muriera?».
Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa. Dijo Jesús:
«Quitad la losa».
Marta, la hermana del muerto, le dijo:
«Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días».
Jesús le replicó:
«¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:
«Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado».
Y dicho esto, gritó con voz potente:
«Lázaro, sal afuera».
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:
«Desatadlo y dejadlo andar».
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
Salgamos del sepulcro del miedo para pasar a la vida abundante que nos trae Cristo

Ya estamos a una semana de la Semana Santa y los evangelios nos han recordado la necesidad de Jesús en nuestras vidas, tan necesario como la luz, como el agua y ahora para resumir, nos dice que Jesús es vida y entonces los que están lejos de Él viven en la muerte. Vamos a ver hoy el episodio de la resurrección de Lázaro que nos muestra cómo es Jesús y qué es lo que puede hacer.

Lázaro estaba gravemente enfermo y la reacción de Jesús no es de indiferencia, sino todo lo contrario, es su amigo y llora por él. Así es Jesús. Ante tantos enfermos, Él sufre con ellos, porque está en cada hombre que sufre y puede comprenderlos. Jesús se conmueve profundamente y se estremece ante el dolor, porque valemos tanto para Él que dio su vida por nosotros.

Por otro lado, podemos ver que Lázaro fallece y Jesús lo permite para que los demás puedan ver la gloria de Dios. Ante la situación actual de peligro de muerte, también tenemos que pensar en ella y meditar en lo que viene después. Esta situación de peligro nos debe llevar a trascender y pensar en la muerte como la puerta para la vida eterna y esto hay que aceptarlo en paz y hasta con agradecimiento, porque Jesús ha vencido a la muerte. No hay que temer a la muerte.

Pero también hay una muerte espiritual que es consecuencia del pecado (la paga del pecado es la muerte) y quien trae la vida es el Espíritu de Dios. Todo lo que estamos pasando nos llama a despertar como Lázaro, a salir de nuestros sepulcros del miedo, angustia, pánico, desesperanza e indiferencia, para pasar a vivir una vida sin temores confiados en Cristo. Se viene la Pascua y es la oportunidad de cambiar de vida y dar el paso de la muerte a la vida.

Que la Virgen María nos ayude a prepararnos para la Pascua que se avecina, pasando de la muerte a vivir con Cristo que es la vida.

Hno. David Pacheco Neyra, OFM Cap

Paz y Bien

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