Hoy celebramos la fiesta de las columnas de nuestra iglesia, San Pedro que fue el primero en confesar la fe y San Pablo el maestro insigne que la interpretó. El primero fue el primer Papa de la Iglesia primitiva y el segundo fue quien llevó a los gentiles la fe de la Iglesia. Ambos apóstoles se complementaron para servir a la Iglesia de Cristo y ambos también tuvieron el mismo final en el martirio: uno murió crucificado de cabeza y el otro decapitado.
La vida de ambos nos ha de enseñar que Dios llama muchas veces a los que uno menos piensa, ¿quién se iba a imaginar que Jesús le iba a dar el cuidado de su Iglesia a un pescador? o ¿quién iba a pensar que Jesús iba a llamar a uno de sus perseguidores más temibles para difundir su evangelio?
Así es de maravilloso Dios, nosotros no podemos descartar a nadie para el servicio de Dios, porque una vez que Dios los toca, se vuelven instrumentos valiosos para expandir su Reino.
San Pedro nos enseña a reconocer a Jesús “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” y Jesús le hace saber que, el reconocerlo ya es una gracia de Dios, que no es por obra humana, por ello, decimos que Dios nos amó primero, él tomo la iniciativa para amarlo y reconocerlo.
San Pablo nos enseña a ser evangelizadores y esto también es gracia de Dios, va a decir “El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje”, por ello en ambos casos tenemos que orar mucho para que Dios haga su obra en nosotros.
Que nuestra Madre la Virgen María, interceda por el Papa Francisco que es el Vicario de Cristo, para que siga guiando a su Iglesia según el Espíritu Santo.
Cuenta con mis oraciones, que yo cuento con las tuyas. Dios te bendiga.
Hno. David Pacheco Neyra, OFM Cap.
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