1. Somos continuadores de la obra de Cristo mediante la conversión ecológica
El camino del cristiano consiste en seguir las huellas de Cristo, que vino a instaurar el Reino de Dios, vino a redimir al hombre conjuntamente con la toda la creación. Nosotros estamos involucrados en esa tarea que se realiza mediante la conversión, que consiste en volvernos a Dios y a la creación de Dios que ha sido herida por el hombre y que como el buen samaritano hemos de levantarla para buscarle alivio y curarla, porque la conversión consiste también en la reparación El hombre entonces ha de continuar la redención que Cristo ha comenzado, él nos dio ejemplo para nosotros continuar. “Les hace falta entonces una conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea. Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana” (LS 217).
El punto de partida es el encuentro con Cristo, que implica cambiar nuestra forma de pensar para cambiar nuestra forma de vivir, teniendo en cuenta que la nueva vida incluye una nueva relación con la creación.
“Se quiere proteger la naturaleza del hombre, pero no se quiere ver que el hombre es también creación y que debe proteger la creación en sí mismo para poder proteger verdaderamente la naturaleza” (Cardenal Ratzinger).
La conversión nos lleva a crecer como personas y hacer crecer a los demás, beneficiando la creación misma, pero la conversión comienza reconociendo nuestros pecados, por ello tomamos las palabras del papa Francisco:
“El Patriarca Bartolomé se ha referido particularmente a la necesidad de que cada uno se arrepienta de sus propias maneras de dañar el planeta, porque, «en la medida en que todos generamos pequeños daños ecológicos», estamos llamados a reconocer «nuestra contribución –pequeña o grande– a la desfiguración y destrucción de la creación». Sobre este punto él se ha expresado repetidamente de una manera firme y estimulante, invitándonos a reconocer los pecados contra la creación: «Que los seres humanos destruyan la diversidad biológica en la creación divina; que los seres humanos degraden la integridad de la tierra y contribuyan al cambio climático, desnudando la tierra de sus bosques naturales o destruyendo sus zonas húmedas; que los seres humanos contaminen las aguas, el suelo, el aire. Todos estos son pecados». Porque «un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios» (LS 8). He aquí el punto de partida para comenzar la conversión ecológica: reconocer las faltas contra la creación y la falta de armonía en nuestro interior para luego cambiar uno mismo y así cambiar el mundo, porque de esta manera podremos vivir un cristianismo en su totalidad. «Si queremos entender nuevamente el cristianismo —escribía ya el Cardenal Ratzinger— y vivirlo en toda su profundidad, debemos indiscutiblemente reencontrar la dimensión cósmica de la revelación»
Conversión es...
No solo volver a Dios, sino también a las creaturas
Reconocer a la naturaleza, pero ahora como hermana.
Reencontrarte contigo y como parte de la creación
Abrir los ojos y ver que no estamos solos sino conectados unos con otros en toda la creación
Aceptar con humildad que dependemos de otras criaturas que las consideramos inferiores.
Cambiar de actitud ante el uso y abuso de la naturaleza y cambiar sobre todo el corazón.
Reconocer que no hemos amado al Creador, porque no hemos amado su creación.
Reconocer que hemos herido al prójimo en el corazón, porque hemos dañado la creación.
Reconocer que la casa común se derrumba porque mi indiferencia es la que ahí la enrumba.
Confesar no solo mis pecados contra Dios y el prójimo, sino contra la naturaleza que es
también mi próximo.
Asumir la penitencia no solo de rezar por la creación sino, de reparar el daño causado.
2. La conversión ecológica nos lleva a servir a la creación
La conversión corre el peligro de quedarse en la teoría si no nos lleva al servicio y para servir qué mejor maestro que el mismo Dios que se hizo hombre para servirnos y que la creación que al igual que su creador sirven al hombre. Por otro lado, quién más llamado a servir que el hombre que fue creado a imagen y semejanza de un Dios amor que se puso a servir a su criatura y le encargó la tarea de servir “Tomó Dios al hombre y lo dejó en el jardín del Edén, para que lo labrara y lo cuidara” (Gn 2,15).
Dios no ha dejado de servir, porque con su Espíritu conserva la creación “¿Cómo existiera algo si tú no lo quisieras? ¿Cómo permanecería si tú no lo hubieras creado” (Zab 11, 25) Dios cuenta con nosotros para hacer realidad su plan divino.
Si hemos dicho que la conversión comienza con el encuentro con Dios en Cristo y continúa con el servicio a Dios en la creación; todo el avance tecnológico que el hombre va generando tiene que estar también al servicio de la creación y no al servicio de la manipulación y la destrucción. Si tenemos la esperanza en la tecnología no es con el fin que nos reemplace, sino para que sirva al hombre y a la naturaleza, no comparándose sino complementándola y poniéndola a su servicio. La conversión implica compromiso concreto, es decir, ponerse al servicio de la humanidad, cuidando de la casa común, no tanto para servirnos de la naturaleza, sino para servirla como “jardineros” que es el oficio que Dios nos dio. Nos corresponde ser jardineros y no reyes porque el Rey del universo es Dios, y no se puede mantener un jardín con buenas intenciones, o tierras perfectas; sino que es necesario ensuciarse las manos, sacar las piedras del camino, trabajar duro para cultivar y sembrar vida hasta en donde parece que nunca se volverá a verla o no se vio.
Servir
Servir a Dios es el mejor oficio que podemos tener y podemos realizarlo de múltiples maneras:
Servir a la creación conservando y continuado la nueva creación que nos ha traído Cristo.
Servir a los pobres cuidando la casa común, porque a ellos también les pertenece.
Servir expandiendo el Evangelio de la creación para tomar conciencia de todo lo que se nos ha encomendado.
Servir a la naturaleza y no servirse indiscriminadamente de ella.
Servir como la naturaleza nos sirve, humildemente y en silencio.
Servir como el mismo Creador que se abajó para servir a su creatura.
Servir con los bienes que hemos recibido porque están para el beneficio de todos los hombres y de la creación.
Servir como el sol que da su luz a buenos, malos, pobres y ricos.
Servir como las estrellas que en la oscuridad siguen alumbrando.
Haz experiencia
1. Te invito a meditar en cómo está tu equilibrio ecológico. ¿Qué estás haciendo para atender estos vínculos de tu persona? Comenta con sinceridad.
Planos de análisis para una conversión ecológica
Equilibrio conmigo mismo(a)
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Equilibrio con los demás
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¿Cuido mi salud?
¿Me alimento bien?
¿Duermo bien?
¿Tengo objetivos que me motivan?
¿Me aprecio? ¿me acepto?
¿Me perdono?
¿Me brindo ocasiones de sano ocio? ¿cultivo alguna afición?
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¿Cultivo la sana amistad?
¿Respeto y amo a mi pareja?
¿Soy grato con mis padres y amigos?
¿Brindo mi apoyo y ayuda?
¿Cortó las relaciones tóxicas de apego y dependencia?
¿Me alegran los logros de los demás?
¿Perdono las ofensas?
¿Soy caritativo con los necesitados? ¿Soy generoso con ellos?
¿Respeto los derechos de los demás: descanso, salario justo, respeto?
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Equilibrio con los seres vivos
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Equilibrio con Dios
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¿Aprecio la naturaleza y la creación?
¿Me doy ocasiones para contemplar la naturaleza, aunque sólo sea en su mínima expresión?
¿Cuido de las plantas y mascotas de casa? de mi localidad?
¿Consumo de forma responsable y sobria el agua, la energía eléctrica, gas natural?
¿Limitar mi consumo de plásticos desechables y otros productos de consumo?
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¿Cultivo la oración?
¿Busco momentos y espacios para ponerme en sintonía con Dios, solo él y yo? (¿adoración eucarística, desierto, oración personal?)
Participo e invitó a las celebraciones litúrgicas donde encuentro a Dios: ¿misas, retiros?
¿Acudo a la Virgen maría como compañera perfecta en la búsqueda de Dios?
¿Deseo conocer a Dios?
Acaso ¿Creo que ya lo conozco y dejé de buscar las primicias de Dios? y de sorprenderme con su insondable persona?
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Escribe en tu cuaderno espiritual las respuestas. Si gustas compártelas con alguien y luego decide y responde: ¿Qué aspectos de tu conversión ecológica necesitas fortalecer y trabajar más?
2. Nuestra fe nos afirma que todo ha sido creado por Dios. Meditemos cómo podemos evangelizar para la conversión ecológica.
- ¿Cómo te imaginas "los cielos y la tierra nueva"? y ¿qué estás haciendo para que se haga realidad?
- ¿Qué aspecto de la conversión ecológica es el menos trabajado en tu comunidad parroquial o en tu entorno?
- ¿Qué acciones concretas se te ocurren para promover la conversión ecológica en el lugar donde te encuentras?
- ¿Cómo promover la reflexión de las personas para que cuestionen su forma indiferente de vivir frente a la destrucción de la casa común?
Adaptado de:
Pacheco, David (2019). En Camino con la Creación. Lima: Editorial San Pablo, págs. 65 - 71
Hay muy buenas meditacionesy me hace reflexionar las cosas como ando en el camino del Señor nos enseña a proteger nuestra naturaleza a nuestros animales gracias hno David muy buenos mensajes
ResponderBorrarDios lo bendiga.
Gracias hermana. Sigamos optando cada día por Jesús, centro de nuestra vida y causa de neustra conversión. Paz y bien.
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